Entre las escapadas más habituales fuera de la ciudad cuando uno visita Lisboa se encuentran Estoril, Cascais y Sintra. Esta última localidad, a sólo 30 kilómetros de la capital lisboeta, se convirtió en refugio de la nobleza y de la monarquía portuguesa durante buena parte del siglo XIX, lo que motivó la construcción de exquisitos palacios, jardines cautivadores y misteriosos y llamativas mansiones.
Gracias a su llamativa arquitectura de estilo romántico e historicista, Sintra se convirtió, sin duda alguna, en uno de los enclaves más singulares, pintorescos y vistosos de toda la geografía lusa. De hecho, basta un breve y tranquilo paseo por sus calles para entender porqué la UNESCO decidió concederle el título de Patrimonio de la Humanidad en 1995.
Entre los enclaves de mayor atractivo turístico se encuentra el Palacio Nacional de Sintra –o Palacio da Vila–, ubicado en la freguesía de São Martinho, y que destaca por sus enormes chimeneas blancas y su peculiar mezcla de estilos, entre los que sobresalen el gótico y el manuelino. No menos impactante resulta el Castelo dos Mouros (Castillo de los Moros), una vistosa fortaleza de origen musulmán (fue construida entre los siglos VIII y IX) destinada a vigilar los caminos de la región.
Aunque en la actualidad se conservan sobre todo sus murallas (que suman unos 450 metros de perímetro ), desde su interior podemos disfrutar de unas espectaculares vistas panorámicas de Sintra y el océano Atlántico, así como descubrir algunos vestigios árabes y una capilla en estilo románico portugués dedicada a San Pedro.
No muy lejos de allí descubrimos el Palacio da Pena, sin duda el símbolo más reconocible de Sintra, y que fue construido sobre una antigua ermita dedicada a la veneración de Nuestra Señora da Pena. El recinto original resultó gravemente dañado como consecuencia del terremoto de 1755 y no fue hasta 1836 cuando, durante una excursión al lugar en compañía de su esposa, el rey Fernando II descubrió el estado ruinoso del antiguo convento, lo compró y mandó construir el actual palacio para regalárselo a su mujer. En la actualidad el recinto muestra una arquitectura y una decoración en la que se mezclan diferentes estilos con algunos elementos clásicos portugueses, como el azulejo.
Una mansión con claves esotéricas
Pese a la belleza innegable del Palacio da Pena y el interés histórico y artístico del Palacio Nacional o el Castelo dos Mouros, hay otro enclave sintrense que no sólo destaca por la belleza de sus edificios, sino también por ser uno de los rincones más “mágicos” y misteriosos de todo Portugal: la Quinta da Regaleira.
Construida en los primeros años del siglo XX, la mansión y los jardines que la rodean son fruto de las inquietudes intelectuales y espirituales de su propietario original, que cobraron forma gracias a la labor del arquitecto, pintor y escenógrafo italiano Luigi Manini, que en aquellos años había construido un bueno número de teatros por todo Portugal. El resultado salta a la vista: un espacio mágico capaz de trasladarnos a un lugar de ensueño, plagado de referencias ocultistas.
La finca en la que se asienta desde hace poco más de un siglo la curiosa construcción pertenecía a mediados de siglo XIX a la baronesa de Regaleira –de ahí su nombre–, aunque a finales de la centuria, en 1894, fue adquirida en subasta pública por un peculiar caballero brasileño, el millonario don António Augusto Carvalho Monteiro, a quien los vecinos apodarían como el de os milhões (los millones), debido a su abultada fortuna.
Muy poco después de adquirir la propiedad, Monteiro contrató los servicios del ya citado arquitecto italiano. En apenas dos años, entre 1895 y 1896, Manini y Monteiro trazaron los diseños de los jardines y, ya comenzado el nuevo siglo, en 1904, se iniciarían las obras de la mansión principal y la capilla, dos de los recintos más importantes del Palacio da Regaleira.
Aunque con la ayuda de Manini y su experta mano de arquitecto, todos y cada uno de los detalles decorativos de jardines y mansión fueron cuidadosamente escogidos por el millonario. Cuando acabaron las obras en 1911, la Regaleira era, a todas luces, el rincón más sugerente y misterioso de toda Sintra.
Monteiro se había educado en Portugal, y había cursado la carrera de Derecho en la Universidad de Coimbra. Sin embargo, sus intereses iban mucho más allá de leyes, juzgados y tribunales. Poseedor de una vastísima cultura y un notable interés por la ciencia, Monteiro contaba con una abultada biblioteca que atesoraba todo tipo de tomos, desde los puramente literarios, pasando por otros dedicados a la filosofía, la ciencia o el ocultismo.
Una villa iniciática
Este interés por el esoterismo fue muy común en los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX, y en especial entre personas de cierta cultura y posición social. En el caso de Monteiro, y gracias a su enorme fortuna, su interés por estas cuestiones acabó cobrando forma de lujosa y excéntrica mansión rodeada por unos jardines no menos singulares. En ellos, Monteiro y Manini plasmaron su ideal de villa iniciática, creada a imagen del Cosmos y diseñada para ser recorrida siguiendo un itinerario concreto, símbolo de las distintas etapas del progreso intelectual y espiritual.
Así, la riquísima simbología contenida en los jardines y la mansión salta a la vista en cada esquina de la finca, y en ella descubrimos alusiones cultas a la mitología clásica, a la Divina Comedia de Dante, a la alquimia o a la cruz de la Orden de Cristo, heredera de los templarios en Portugal y a quien numerosos autores decimonónicos quisieron hacer poseedora de oscuros y poderosos secretos.
Sin duda, así lo creyó también Monteiro, plasmando tales creencias en la simbología sugerente de su quinta. Gracias a ello, y a su enorme fortuna, la Quinta da Regaleira constituye hoy uno de los mayores tesoros de Sintra. Puede que la Quinta sea el resultado de la excéntrica ensoñación de un millonario, pero al recorrer rincones como el misterioso “pozo iniciático”, con sus enigmáticas escaleras en espiral, es fácil dejar volar la imaginación y convencerse, aunque sea por un instante, de que hemos penetrado en un mundo mágico…
CÓMO LLEGAR A SINTRA
En coche, por la carretera IC19, a unos 30 kilómetros de Lisboa. Se puede regresar dando un paseo por la costa, circulando por la carretera litoral hasta Lisboa. En Sintra únicamente es posible aparcar en los parkings de pago debidamente señalados.
Si no disponemos de vehículo propio, Sintra también es fácilmente accesible gracias al transporte público. Podemos llegar hasta la localidad en tren, desde Lisboa, saliendo de la estación de Rossio. El trayecto dura unos 40 minutos (precios, horarios y más información en Comboios de Portugal).
El municipio de Sintra también cuenta con un servicio público de autobuses (Scotturb). Comboios de Portugal cuenta además con un billete combinado con Scotturb, el billete Train & Bus, que permite realizar trayectos entre Sintra, Cascais y Lisboa. También podéis desplazaros hasta Sintra haciendo uso de la Lisboa Card. Por último, si estáis en Cascais o Estoril también podéis llegar a Sintra en autobús mediante las líneas 417 y 418.
Más información: Turismo de Lisboa