El Mons fragorum (monte frondoso), como se conocía en época romana al ahora Parque Nacional de Monfragüe, es una de las joyas ecológicas del suroccidente peninsular y en concreto de la provincia de Cáceres.
Enclavado en el corazón de la provincia extremeña, este rincón del mundo, acordonado por una Reserva de la Biosfera, ostenta con orgullo el dar cobijo de una de las mayores colonias de buitres leonados de Europa. En su escarpada orografía, salpicada por imponentes cortados como “El salto del Gitano”, estas aves rapaces comparten el cielo en gráciles acrobacias con otras criaturas como el buitre negro o el halcón peregrino.
Su perímetro está surcado por dos grandes masas de agua. El río Tajo y su afluente el Tiétar. Ambos moldearon a su antojo y con gran belleza, esta espesa masa del monte mediterráneo. Escarpaduras, bosques en galería, solanas infinitas de bosque mediterráneo… Monfragüe es un refugio para la biodiversidad y uno de los rincones más salvajes de nuestra geografía.
El último paraíso
Conocido como “El último paraíso,” en este rincón de España se puede divisar una de las colonias mejor nutridas de buitre leonado de toda Europa, por detrás de la ubicada en las Hoces del río Duratón (Segovia). El buitre leonado (Gyps fulvus), uno de los principales estandartes del Parque, es un ave rapaz, carroñera, de gran porte y una envergadura alar que puede superar los 2,5 metros, y que se encuentra en el catálogo de la Lista Roja de la SEO (Sociedad Española de Ornitología).
Estas aves sufrieron fuertes declives poblaciones el siglo pasado por la caza, el uso de venenos y la posterior debacle que supuso la encefalopatía espongiforme bovina trasmisible, conocida como “el síndrome de las vacas locas”, que amenazó seriamente su supervivencia al prohibir la posibilidad de abandonar carcasas de ganado en el campo.
Sin embargo, tras varias medidas implementadas para su viabilidad, así como la reestructuración a nivel agropecuario de ciertas prácticas, la especie ha experimentado una curva de recuperación espectacular en los últimos años, por lo que actualmente el estatus que ostenta es el de “Preocupación Menor”. Sin embargo, su pariente más próximo, el buitre negro, que es a su vez la rapaz de mayor tamaño de Europa, no goza del mismo estado de salud.
Aegypius monachus se encuentra en estado “Vulnerable” y casi amenazado. Su población es mucho más modesta en cuanto a número y también habita en menos lugares que el leonado. Pero esto no impide que se le pueda ver surcando sobre los campos extremeños en plena majestad cuando las corrientes de viento ascienden por los cortados ásperos y afilados de Monfragüe hacia los azules cielos de la región.
Más allá de los tesoros ornitológicos que el Parque ofrece al visitante, hay una amplia oferta de atractivos que permiten a niños y adultos disfrutar de una jornada de conexión con la naturaleza en este entorno único.
El rojo del óxido de hierro
La subida al Castillo, (uno de los puntos de mayor interés del Parque) promete vistas espectaculares y 360º, tras coronar una pequeña ascensión que se puede recorrer por sendero pedestre o con vehículo y que permite ir descubriendo la riqueza vegetal de la zona de solana.
A pocos metros del mismo, se alza una empinada escalera que remata su ascenso en el cierre a un abrigo donde se custodian uno de los conjuntos rupestres más valiosos de toda Extremadura. En este privilegiado enclave se pueden observar, a muy corta distancia, esquemáticas figuras antropomorfas con todo lujo de detalles, e inscripciones (tartesas) grabadas en las paredes, lo que pone de manifiesto la importancia del lugar para varias de las sociedades que nos precedieron. Se puede acceder con reserva previa.
Algunas de las figuras se encuentran superpuestas con otras, lo que podría inducirnos a pensar que se ha utilizado de manera reiterada por los pobladores de esta zona entre el Epipaleolítico (±8.000 años a.n.e.) hasta las más recientes, correspondientes a la Edad del Hierro.
Este abrigo es solo uno de los muchos (más de un centenar) diseminados por la geografía de Monfragüe. El conjunto está incluido dentro del Itinerario Cultural Europeo Caminos del Arte Rupestre Prehistórico de la UNESCO.
Destino ideal para senderistas, amantes de la observación de fauna, en sus dominios vuelve a campar uno de los felinos más totémicos de la fauna ibérica, como es el lince ibérico, aunque los encuentros con este carnívoro son excepcionalmente extraños y, por lo general, fugaces. Se pueden divisar sin demasiados esfuerzos ciervos y otros ungulados, jabalíes y un sinfín de aves como las antes mencionadas y otras como el roquero solitario o paseriformes de todo tipo. Para los amantes de la botánica, durante una ruta (por ejemplo hacia el cerro Gimio) se pueden observar un buen número de especies de orquídeas entre otras maravillas del reino vegetal como son: acebuches, alisos, cantuesos, enebros, torviscos o retamas.
El infinito cielo extremeño
Como la ausencia casi total de contaminación lumínica y de presión antrópica le confieren una protección especial, el Instituto Astrofísico de Canarias, en colaboración con la Junta de Extremadura, colocó hace unos años, no muy lejos de Villarreal de San Carlos, corazón neurálgico del Parque, un mirador, dentro de la iniciativa Starlight, para disfrutar del excelente cielo nocturno que ofrece esta latitud de la península.
Por supuesto, esto le ha supuesto convertirse en un Destino Starlight. Uno de los rincones marcados en el mapa de los astroaficionados, que disfrutan de los eventos nocturnos del cielo, como las lluvias de meteoros o las alineaciones planetarias.
No muy lejos de allí, en Torrejón el Rubio, puerta sur de Monfragüe, existe un Observatorio Astronómico que ofrece al visitante una visión amplia y técnica sobre el potencial que tiene esta Reserva de la Biosfera en su conjunto, no solo a nivel astroturístico, sino como bastión de conservación de la naturaleza.
¿Cuándo ir?
Una sugerencia
Fiel al despertar del campo, justo antes de la vuelta de la primavera, cada mes de febrero y desde hace dos décadas, se celebra en Villarreal de San Carlos, un evento que reúne a miles de aficionados a las aves, a la naturaleza y a la conservación del medio ambiente, y que sitúa a Extremadura en el mapa de la ornitología y la conservación a nivel mundial.
Es la FIO, la Feria Internacional de Turismo Ornitológico, una iniciativa impulsada por la Junta de Extremadura que busca crear un espacio en la naturaleza para el diálogo entre profesionales, aficionados, especialistas de diversas materias, a través de actividades, talleres, ponencias, concursos… Durante su celebración se dan cita reconocidos fotógrafos de varios países y se realizan un sinfín de actividades turísticas y culturales-didácticas para profesionales y aficionados, familias con peques… una celebración de la vida a través de la rica biodiversidad de este invaluable emplazamiento cacereño.
Si las multitudes no son lo tuyo, Monfragüe tiene varias propuestas alternativas para ti. Bien al final del verano (agosto-septiembre) para disfrutar del celo del ciervo, «la berrea», o bien durante la primavera (entre abril y junio) cuando decenas de aves estivales llegan hasta el Parque para pasar la canícula. Durante el invierno se puede observar la conducta prenupcial del buitre leonado con el aporte de material al nido, y sus vuelos de cortejo. Estampas icónicas de la etología de los reyes del cielo.