Descubre los secretos mejor guardados de la Torre Eiffel, desde anécdotas históricas hasta curiosidades que te sorprenderán. Este emblema de París es mucho más que un monumento: es un viaje al corazón de la historia, el arte y la ingeniería.
Recuerdo como si fuera ayer cómo nos apretábamos la mano mi amigo Javi y yo al ver la Torre Eiffel despuntando en el cielo de París. Habían pasado pocos minutos desde que salíamos de la estación de Gare du Nord, en lo que era nuestra primera salida al extranjero, nuestra primera parada en el Interrail, un bautizo viajero que sembraría la semilla de nuestra necesidad de conocer lugares. Recuerdo cómo en esa estancia en París, movidos por el ímpetu de la juventud (e imagino que por nuestras carencias económicas), subimos a pie los escalones de hierro de la colosal estructura.
Era el siglo pasado, pero en las siguientes visitas que he hecho a París, la Torre Eiffel siempre ha estado presente, en la lejanía o cercanía. Sin ir más lejos, hace un par de años fui por trabajo. Tenía un par de horas libres y no me lo pensé dos veces: cogí el metro hasta la estación de Alma-Marceau y me acerqué a verla. Tanto la disfruté que casi llegué tarde a trabajar.
1. Es el monumento (de pago) más visitado del mundo
La Dama de Hierro, nombre que luego adoptó la primera ministra británica Margaret Thatcher, tiene el honor de ser el monumento de pago más visitado del mundo, con 7 millones de visitas al año, seguido del Coliseo de Roma (con 5 millones) y el Taj Mahal de Agra, con algo más de 4 millones de visitantes anuales. Otro icono parisino, en este caso de entrada gratuita (la catedral de Notre Dame), también está en la lista de enclaves más visitados del planeta (registró más de 13 millones anuales en 2018, el año anterior al incendio que dañó gravemente la construcción).
2. Una joya efímera que se volvió eterna
Desde su construcción por Gustave Eiffel, como símbolo de la Exposición Universal de 1889, han sido alrededor de 300 millones de personas las que han visitado la Torre. Pero pudo no haber sido así, ya que fue concebida como un monumento efímero que, a los 20 años, tendría que haber sido desmontado. Fue el propio Eiffel quien lo impidió, impulsando experimentos científicos y las primeras transmisiones de radio y comunicaciones.
3. La Dama de Hierro y su protagonismo histórico
Innumerables personajes históricos han subido hasta lo más alto de la Torre. No fue el caso de Adolf Hitler tras la ocupación de Francia. Él adoraba París y así lo manifestó en varias ocasiones. Realizó una visita fugaz de tres horas en junio de 1940. Su presencia dominante aparece en una fotografía icónica del siglo XX, con la Torre a sus espaldas. Sin embargo, se negó a disfrutar de sus vistas: la resistencia francesa había cortado las cadenas de los ascensores y él declinó la invitación de subir los 1.665 escalones hasta el mirador superior.
4. El edificio más alto del mundo durante 40 años
Durante más de 40 años, la Torre se erigió con sus 312 metros como el edificio más alto del mundo. En 1928 fue superada por el Edificio Chrysler por 7 metros y, en 1949, por el Empire State Building con 381, ambos de Nueva York. En la actualidad, es la Torre Burj Khalifa de Dubái la que ostenta el récord, con 828 metros de altura. Esa altura de la Torre es caprichosa, ya que varía según la estación del año, decreciendo en invierno por la contracción del metal.
5. Inspiración para el arte y el cine
El arte también ha querido inmortalizar el monumento. Ya en su época se convirtió en imagen de modernidad, sirviendo como modelo de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. Pintores como Marc Chagall, Paul Signac o Georges Seurat desplegaron sus pinceles para dibujarla. La torre ha aparecido en numerosas películas y ha sido escenario de múltiples representaciones y conciertos. Todos recordamos Panorama para Matar y a Grace Jones escapando de Roger Moore, saltando en paracaídas de la torre en una de las secuencias más míticas de la saga de James Bond, o aquel concierto de los Tres Tenores en 1998. Edith Piaf, Charles Aznavour, Jean-Michel Jarre, Robbie Williams, Alanis Morissette y muchos otros han actuado allí.
6. Un espectacular soporte publicitario
Las grandes marcas han usado su estructura para publicitarse. Entre ellas, Citroën, que quizá se lleve la palma, consiguiendo un contrato para iluminar la Torre y realizando un espectacular evento de inauguración en 1925, donde se encendieron 250.000 bombillas formando la palabra y el símbolo de Citroën. Con 600 km de cables, cada letra midió 30 metros de altura y cada símbolo 1.200 m². Lo que no sabemos es si la factura de luz de ese mes compensó a la marca, pero continuaron con el espectáculo lumínico hasta 1934. La luz, de hecho, es uno de los reclamos de la torre: para su instalación trabajaron 25 alpinistas durante 5 meses.
7. Un ícono replicado en todo el mundo
Su atracción es incuestionable, tanto que algunos países muestran sus réplicas en las calles: Las Vegas, Tokio, Praga, Sofía, Hangzhou, etc. ¡Incluso tenemos una en Torrejón de Ardoz! De todas ellas, y como no podría ser de otro modo, la que da la bienvenida al Casino París de Las Vegas es la más alta, con 165 metros de altura.
En su momento fue uno de los prodigios de la técnica y la arquitectura, cúlmen de la era industrial y de la ingeniería francesa. En solo dos años, dos meses y cinco días, la Torre fue terminada y su éxito fue absoluto, aunque tuviera sus detractores por su poco uso práctico. Sin embargo, desde hace muchas décadas, ya únicamente como monumento turístico, resulta inconcebible pensar en París sin pensar en la Torre Eiffel.