Enclavada en el Parque Natural del Alto Languedoc, cerca de Toulouse y Carcassonne, la villa medieval de Castres alberga el renovado Museo Goya. Este destino, cuna de Jean Jaurès, combina arte, historia y cultura con una exquisita gastronomía y vinos regionales, ideal para una escapada auténtica y alejada del turismo de masas.
«La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles». Estas palabras del maestro Francisco de Goya y Lucientes resuenan como una profecía cumplida muy cerca de los frondosos y legendarios bosques de la Montaña Negra. El genio aragonés jamás imaginó que, siglos después, la localidad francesa de Castres iba a dedicarle el Museo Goya, un santuario del arte hispánico que solo encuentra rival en las salas del mismísimo Louvre.
En el corazón de Occitania, la villa de Castres es conocida como “la Venecia del Languedoc”. El intenso colorido de las casas que descansan sobre el río Agout dibujan una poética postal. Etapa del Camino de Santiago, es también sede de uno de los equipos de rugby más laureados y famosos de Francia, el Castres Olympique, motivo de orgullo de todos los castrenses.
El Museo Goya: un santuario del arte hispánico

Abrimos boca con un exquisito caprice de deux cultural: una inmersión en el arte hispánico de todos los tiempos. Inaugurado como Museo Goya en 1947, su remodelación ha dado como resultado un espacio donde se ha mejorado la accesibilidad al público y se ha ampliado la colección permanente del museo, que cuenta con más de 5.000 obras, de las cuales 1.500 son españolas.
Este templo del arte reposa en un soberbio palacio episcopal del siglo XVII, cuya meticulosa restauración ha despertado la majestuosidad dormida de sus piedras centenarias.
La pinacoteca exhibe tres cuadros de Goya y una colección casi completa de sus grabados, todo ello cedido por la familia del coleccionista francés de Castres Marcel Brighiboul en 1894. Traspasar las imponentes puertas de este palacio barroco es dejarse mecer por el talento y la excepcionalidad del arte hispánico de todos los tiempos. Un recorrido histórico desde la Edad Media hasta nuestros días en el que se dan cita artistas como Murillo, Velázquez, Pacheco, Ribera, Velázquez, Sorolla, Picasso, Miró o Tàpies, entre muchos otros.

Tesoros artísticos del museo
Al descender por la escalinata que conduce al corazón del museo, la mirada penetrante del maestro aragonés nos recibe desde su célebre Autorretrato, flanqueado por La Junta de Filipinas, el lienzo de mayor tamaño del de Fuendetodos, y el enigmático retrato de Francisco del Mazo, al que no le pintó las manos, porque, según dicen, consideró que no le había pagado suficiente por el trabajo.
La pinacoteca acoge cada año exposiciones temporales de gran interés. Muchas de ellas, centradas en artistas hispánicos. Todos los viajeros que se acerquen a Castres antes del 9 de marzo, podrán disfrutar de la muestra ‘Mariano Fortuny, visiones de Oriente’, organizada para conmemorar el 150 aniversario de la muerte del artista español. El Museo Goya le rinde homenaje exponiendo una selección de más de ochenta obras de su colección, complementada con préstamos del Museo de Orsay, el Museo Nacional de Arte de Cataluña y el Museo de Reus.
Gastronomía y vinos de la tierra
Es hora de regar esta ruta por la ciudad con una cata de excelentes vinos locales dirigida por el enólogo Laurent Guerrero, de abuelos españoles, en la Cave de Laurent. En este templo de la enología también es posible adquirir vinos procedentes de todas las regiones vitivinícolas francesas. La gran peculiaridad de los caldos galos y a su vez lo que los diferencia de los españoles o italianos, es que las vides no se riegan.

Ello obliga a sus raíces a adentrarse en la tierra hasta alcanzar 100 metros de profundidad en su búsqueda de minerales y agua, creando así notas de cata insólitas donde danzan aromas de tomillo, laurel y tierra húmeda.
Un paseo por tierras francesas es siempre una extraordinaria oportunidad para disfrutar de su sibarita y deliciosa gastronomía. En el casco antiguo de Castres, La Creperie du Coin es el place to be para probar uno de los manjares galos por excelencia: los crêpes.
Aquí, maestros crepieres ejecutan con precisión casi hipnótica el arte de la galette perfecta. También podéis optar por unas ensaladas caseras que cortan la respiración. Para maridar el ágape, os recomendamos la sidra francesa, una de las especialidades del lugar.
Mercadillos para todos los gustos
Otra opción para conocer las entrañas gastronómicas de esta villa medieval es visitar alguno de sus variopintos mercadillos. Durante todo el año, la plaza Jean Jaurès acoge un mercadillo de alimentación donde se pueden adquirir productos locales a muy buen precio (todos los jueves, viernes y sábados de 07.00h a 13.00h).

Los amantes de los productos ecológicos tienen una cita los jueves de 15 a 19.30h en Noctambio, el mercadillo de la Plaza Pierre-Fabre. Una buenísima alternativa para los paladares más refinados es perderse por el mercadillo más carismático y simbólico de la localidad, el Mercado de la Grasa: un paraíso gourmet entre foies, mollejas y toda suerte de alimentos derivados del pato y la oca. Se celebra sólo de mediados de noviembre a mediados de abril (Quai Tourcaudiète, de 07. a 13h).
Paseo por el río Agout y el patrimonio de Castres

La temporada estival es la mejor época para visitar esta región francesa, ya que el clima es más suave y permite disfrutar de actividades como un recorrido por las aguas del río Agout a bordo de la embarcación de madera Le Miredames, que simula las antiguas barcas que surcaban el río. Desde el corazón de la ciudad, el paseo cruza el legendario puente de Miredames y navega entre riberas de un verde intenso hasta alcanzar el Parque de la Gourjade, exuberante pulmón urbano diseñado con la elegancia de los grandes jardines británicos.

El regreso ofrece un espectáculo visual cautivador: las casas medievales multicolores que se asoman al río como guardianes cromáticos de la historia. Principal seña de identidad de Castres y de su popularidad, fueron restauradas en los años 80 y constituían el sustento económico del municipio, ya que albergaron una intensa actividad textil basada en el curtido de cuero y el tejido de telas.
Otra de las joyas arquitectónicas del municipio francés es la iglesia gótica de Notre Dame de la Platé, declarado monumento histórico desde 1987 y recién inaugurada tras veinte años de restauración. A pesar de sus pequeñas dimensiones, la iglesia conserva también un órgano de 1764. La única parte que se ha mantenido intacta es la torre del campanario, ya que no fue destruido durante las guerras de religión.

Precisamente, en lo más alto de dicho torreón se esconde uno de los tesoros de Castres: un antiguo campanario que custodia 34 campanas que no han dejado de sonar desde que fueron instaladas en 1847. Lo más impresionante es el carrillón con un teclado de madera de tipo flamenco de 34 teclas, una por cada campana, que hace sonar el popular carrillonero castrense Jean Pierre Carme con sus propios puños todos los días festivos y de mercadillo.
Le Jardin de l’Eveche: un rincón de Versalles en Castres
Otra de las peculiaridades de Castres es Le Jardin de l’Eveche, un jardín renacentista diseñado en 1700 por André Le Nôtre, jardinero de Luis XIV y creador de los jardines de Versalles. Emplazado en la parte trasera del Palacio Episcopal, sede del actual Museo Goya, desde 2004 ostenta el privilegio de haber sido clasificado como Jardín Destacado en Francia. Deambular entre sus juegos de perspectivas y sus bordados de boj asegura una experiencia inmersiva total en el auténtico joi de vivre francés.
Los aficionados a los deportes pueden hacer coincidir su viaje a tierras occitanas con la celebración de alguno de los partidos del Castres Olympique, uno de los equipos de rugby más populares de Francia. Se proclamó campeón del Top 14 francés por quinta vez en su historia en el año 2018 y fue subcampeón de Francia en 2022.

Excursiones desde Castres
La tercera jornada en la Venecia del Languedoc nos invita a conocer más a fondo la región de Tarn. Tomando Castres como campamento base, os proponemos algunas rutas en función de los gustos e intereses de cada viajero.
El Macizo de Sidobre
Bienvenidos a una de las mayores canteras de Europa. Conocido como granito Tarn o granito silver, el granito procedente de estas misteriosas y legendarias canteras es el material utilizado en toda la región y en gran parte de Francia para el diseño del mobiliario urbano. A tan sólo cinco minutos de Castres en coche, este capricho geológico es una suerte de «país de las maravillas» esculpido por gigantescas bolas de piedra y rocas con formas inexplicables que parecen haber sido moldeadas por la mano de un gigante. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es el origen de este paisaje que escapa a las leyes de la naturaleza.

Albí, la ‘Ville Rouge’
El Museo Toulousse-Lautrec es uno de los muchos tesoros que nos aguardan en la localidad de Albi. Capital de la región de Tarn, esta ciudad monumental es Patrimonio de la Unesco desde 2010. Su particular arquitectura en tonos rojizos, su catedral, sus puentes, palacios o molinos sorprenden a autóctonos y foráneos con diferentes gamas cromáticas que van mutando según la hora del día. La villa natal de Toulousse-Lautrec es una opción super apetecible y acertada para una visita desde la vecina Castres.

La Montaña Negra
Ponemos el broche de oro de esta aventura por tierras occitanas con una sugerencia fuera de los circuitos turísticos habituales: una ruta de senderismo a través de la Montagne Noir o Montaña Negra. Bautizada así por el tono oscuro que reviste las hojas de sus frondosos árboles en invierno, la lana que se utilizaba antiguamente en las fábricas textiles de Castres procedía de esta sierra legendaria y misteriosa. Desde su pico más elevado, el Pic de Nore (1211 metros), se vislumbra una panorámica de infarto de 360º que pone en el foco a los Pirineos y al mar Mediterráneo.

Más información: Museo Goya de Castres – Villa de Castres