Cuando pensamos en la sabana africana, es imposible no imaginar a una cebra forrajeando entre el pasto, con sus inconfundibles y vistosas rayas a capricho, en un muaré hipnótico tras el visor de la cámara. Pero detrás de este animal tan icónico hay un mundo fascinante de biodiversidad, adaptaciones evolutivas y, lamentablemente, amenazas que ponen en peligro a algunas de sus especies.
Porque cebras, hay más de una, y aunque a simple vista todas pueden parecer iguales, en realidad existen tres especies principales y un abanico de recombinaciones. Y a pesar de que nos centraremos en las tres especies de cebra que hay, cabe resaltar que el número de subespecies asciende hasta nueve, una de las cuales lamentablemente está extinta. Hablamos de la quagga (Equus quagga quagga), un precioso y singular équido que perdía las rayas en la zona caudal de su anatomía.
De llanura, de Montaña y de Grevy
La cebra de llanura o de sabana (Equus quagga) es la más común de todas y la que probablemente viene a la mente del imaginario colectivo al pensar en este animal. Vive principalmente en las sabanas y pastizales del sur y este de África, desde Sudáfrica hasta Etiopía. Las cebras de llanura prosperan en las sabanas abiertas, donde pueden pastar libremente. En estos parajes se han documentado comportamientos de cooperación con otros ungulados como el ñu, ya que una vez empieza la época de crianza, el pensamiento de enjambre de las numerosas manadas de estos herbívoros hace más valiosos que nunca el lema de «la unión hace la fuerza».
La cebra de montaña (Equus zebra), por su parte prefiere terrenos montañosos y áridos. Encuentra de esta forma, su hábitat propicio al sur y suroeste del continente africano, más concretamente en los países de Sudáfrica y Namibia. Esta especie es ligeramente más pequeña que la cebra de llanura y tiene un vientre blanco sin rayas. Sus hábitats pueden ser muy accidentados, con grandes afloramientos rocosos donde la vegetación no crezca de manera exuberante pero también se las puede encontrar dentro del fynbos, uno de los seis reinos florales y que se encuentra adscrito a estas remotas y fascinantes latitudes.
En la imagen inferior podemos apreciar una cebra de montaña de El Cabo, una subespecie que se encuentra en alarmantemente escaso número y que pudimos observar en solitario durante nuestro último viaje al cono sur de África. Se muestra como un animal discreto y de un precioso marrón profundo, color que se vuelve más vibrante con los rayos del sol y la cercanía del animal. El patrón que se dibuja en el rostro de esta especie es de una gran belleza y adorna los extremos de sus ojos con un delicado ribete que le almendra la mirada.
En último lugar pero no por ello menos importante, tenemos a la cebra de Grevy (Equus grevyi). Es la que presenta los individuos más grandes, siendo una especie de sabida elegancia y majestuosidad. Habita principalmente en Kenia y Etiopía, en zonas semiáridas. Tiene rayas más estrechas y una crin más prominente, lo que le confiere un aspecto más compacto y regio. Actualmente su número se encuentra en cotas alarmantes con menos de 2000 ejemplares maduros, lo que pone su supervivencia en una situación muy delicada por la complejidad de la viabilidad genética.
Las cebras son herbívoras y, en su mayoría, se alimentan de briznas de hierba tierna, aunque ocasionalmente comen hojas y corteza cuando su alimento base escasea. Su capacidad para pastar en hierbas más duras y fibrosas les permite convivir con otros herbívoros como antílopes y búfalos sin competir directamente por los recursos.
Me dejas a rayas
Las cebras son animales que nos despistan, tienen ciertas características que las convierten en seres un poco crípticos para los humanos, y eso va desde su morfología hasta otras características más desconocidas y delicadas que interfieren en el estudio de algunos grupos humanos que nos precedieron y compartieron territorio con estos formidables animales.
Camuflaje disruptivo: Aunque parezca contradictorio, las rayas ayudan a las cebras a mezclarse con su entorno. En grupo, las líneas confunden a los depredadores, dificultando que identifiquen a un individuo y lo visualicen de forma precisa, el efecto en movimiento es similar a los antiguos paneos de televisión en los que los muestreos de imagen se hacían por líneas no consecutivas, lo cual resultaba en una imagen confusa y mareante.
Repelente de insectos: Se ha estudiado que las rayas pueden desorientar a los tábanos y otras moscas que transmiten enfermedades, el patrón es tan contrastado que funciona «aturdiendo» la compleja visión de estos pequeños animales.
Efecto refrigerante: Las diferencias de temperatura entre las rayas claras y oscuras generan pequeñas diferencias en la temperatura de la piel de estos animales ayudando a que se mantengan más frescas durante las horas centrales del día.
Los patrones de las cebras son únicos, como nuestras huellas dactilares. Permiten identificar a cada individuo en una combinación de colores, grosores y formas irrepetible.
Investigadores de yacimientos como los situados en la garganta de Olduvai han tenido en alguna ocasión problemas para identificar muescas en el registro fósil mediante tafonomía debido a que las pisadas (trampling) de algunos bóvidos (incluidos estos équidos) pudieron dejar a lo largo de los siglos unas «rayaduras» en los sedimentos que están en contacto directo con los restos óseos, muy similares a las marcas de corte producidas por una supuesta manipulación antrópica (por ejemplo el descarnado y aprovechamiento de paquetes cárnicos). Por esto, la categorización y atribución de según que características a grupos de homininos muy antiguos puede ser bastante peliaguda. (Si quieres profundizar en este apasionante tema te recomendaría leer los estudios del Catedrático de Prehistoria Manuel Domínguez Rodrigo y su trabajo en el IDEA).
Amenazas y conservación
A pesar de su resistencia y adaptabilidad, las cebras enfrentan múltiples amenazas que van a más con el aumento de la presión antrópica y la población en zonas aledañas a Parques Nacionales y Reservas donde estos animales tienen su hogar.
Pérdida de hábitat: La expansión agrícola, la construcción de infraestructuras y la deforestación están reduciendo los espacios donde las cebras pueden vivir y migrar. En realidad es un problema global que afecta a todos los animales de la cadena trófica pero algunas especies lo están acusando más que otras.
Caza furtiva: Aunque no son cazadas tanto por su carne como otros animales, su piel rayada es muy codiciada en el mercado ilegal, el otrora tendencioso animal print sigue siendo una de las principales causas de furtivismo de estos fabulosos «caballos».
Competencia con el ganado: En muchas áreas, las cebras deben competir con el ganado doméstico por los escasos recursos. Esto es especialmente crítico en épocas de sequía. Algunos países decretaron ante sequías y hambrunas extremas la «reducción de presión» por parte de animales salvajes sacrificando decenas de ejemplares (elefantes).
Más allá del blanco y negro
Las cebras tienen características fascinantes que las convierten en increíbles criaturas.
- Defensa en equipo. Aunque parecen vulnerables, las cebras saben defenderse. Pueden dar potentes patadas con sus poderosos cuartos traseros. Los carnívoros que encuentran en ellas sus presas han de cuidarse de recibir una coz que puede incluso matarles al partirles la mandíbula.
- Migraciones épicas: Cada año, las cebras de llanura participan junto a los ñus en la Gran Migración del Serengeti, viajando cientos de kilómetros en busca de agua y reverdecidos pastos con los que alimentar a la generación que está a punto de nacer o nace de camino.
- ¿Blancas con rayas negras o negras con rayas blancas? Científicamente, las cebras tienen piel negra debajo de su pelaje rayado, así que técnicamente son negras con rayas blancas. Sus embriones al nacer están cargados de melanina.
- Vínculos familiares: La organización familiar de las cebras normalmente funciona en pequeños grupos de no más de cinco individuos con un macho dominante. Entre el grupo los vínculos son muy potentes pero los lazos más fuertes se dan entre las hembras y sus crías, que permanecen juntas incluso después de haber crecido.
- Dentadura adaptada: Sus incisivos y molares están diseñados para cortar y triturar hierbas duras, una adaptación imprescindible para su dieta.
- Cascos que no necesitan herraduras: Ideales para trotar largas distancias y para moverse en terrenos difíciles, especialmente en el caso de las cebras de montaña.
- Velocidad y resistencia: Pueden correr a velocidades de hasta 65 km/h para escapar de depredadores como leones y hienas. Además, tienen una gran resistencia que les permite mantener un trote ágil sostenido durante bastante tiempo.
- Comunicación y vínculos sociales: Las cebras son animales muy sociales que viven en grupos y comparten espacios comunes de forrajeo con otros congéneres. Usan vocalizaciones, posturas corporales e incluso el movimiento de sus orejas para comunicarse entre ellas, eso las convierte en una especie altamente carismática, que, unido a su estampado vistoso y llamativo, hace de estos prodigios de la evolución, uno de los animales más buscados en los safaris.
La cebra es un símbolo inconfundible que enarbola la biodiversidad africana y a su vez es un recordatorio inolvidable de la fragilidad de los ecosistemas, de los ciclos del cielo y lo efímero de las estaciones. Su presencia sirve como indicador de salud en sus ecosistemas y están siendo sometidas a una presión que comienza a amenazar su futuro a corto plazo. Protegerlas es dar cobijo a todas las especies que se benefician de su labor como «desbrozadora» de la sabana y las criaturas con las que comparte sus horizontes, cada vez más cambiantes.
El Día Internacional de la cebra tiene lugar el 31 de enero
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