Naturaleza, aire puro, patrimonio y buena compañía: recorrer las últimas etapas del Camino francés en pleno Xacobeo suena a plan perfecto para este año.
150 kilómetros, ocho etapas y un paisaje casi infinito trenzado de fragas y aldeas milenarias, de bosques de carballos y umbrías corredoiras, de ruinas prerromanas y joyas del románico… Es aquí, en las tierras que separan O Cebreiro de Santiago, en el tramo gallego del Camino francés, donde su magia se siente con más fuerza.
O Cebreiro es uno de los hitos de la ruta jacobea: no sólo es la primera localidad gallega que recibe al peregrino, también es una atalaya a 1.300 metros de altitud, un antiquísimo asentamiento prerromano cuyo recuerdo sigue vivo en las pallozas, edificaciones circulares de raigambre celta. Allí, antes de partir hacia Triacastela, hay que visitar el santuario de Santa María A Real, y disfrutar con las vistas del hermoso hayedo de Liñares y las suaves montañas tapizadas de verde que dan forma a la sierra de O Courel.
Una ruta por pintorescas aldeas
La segunda etapa conecta Triacastela con Sarria a través de un recorrido adornado por típicos bosques gallegos. Al salir de la localidad, el camino ofrece dos opciones: la primera, en dirección a San Xil, sigue una ruta por pintorescas aldeas de bella arquitectura popular; la otra permite descubrir un notable ejemplo de patrimonio: el desvío por Samos añade unos kilómetros al camino, pero a cambio nos regala la visión del imponente monasterio de San Xulián, con el mayor claustro de toda España.
En Sarria inician viaje muchos peregrinos, pues desde allí hay poco más de 100 km hasta Santiago, la distancia mínima que hay que recorrer a pie para ganarse la Compostela, el documento que certifica la peregrinación. En la villa real fundada por Alfonso IX pueden visitarse los restos de la torre de una antigua fortaleza antes de poner rumbo a Portomarín.
En verano, en esta localidad a orillas del Miño, célebre por su empanada de anguila y su aguardiente, emergen las ruinas del pueblo medieval, que el resto del año quedan bajo las aguas del embalse de Belesar. Los templos de la población, como la iglesia-fortaleza de San Nicolás, con aspecto de pequeño castillo, se trasladaron piedra a piedra a la nueva Portomarín, levantada en una colina.
Mucho románico y pulpo a feira…
Sigue el camino rumbo a Palas de Rei, pero antes se detiene en la aldea de Ligonde, sede de un antiguo hospital de peregrinos que dio cobijo a invitados tan ilustres como Carlos V y su hijo Felipe II. Ya en Palas, hay que visitar la iglesia de Vilar de Donas, uno de los templos románicos más sobresalientes de toda Galicia, en cuyo interior encontramos bellas pinturas murales y sepulcros de caballeros de la orden de Santiago.
La quinta etapa une Palas con Melide, y para ello atraviesa la comarca de A Ulloa, inmortalizada en la célebre novela de Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa. El camino discurre una vez más entre fragas y prados, pero también asoman enclaves históricos, como el castillo de Pambre. En Melide, centro geográfico de Galicia y villa famosa por su pulpo á feira, destacan la iglesia de San Pedro y un cruceiro del siglo XIV, para algunos el más antiguo de tierras gallegas.
Una nueva etapa nos dirige a Arzúa, tierra de sabrosos quesos. En esta villa lucense se puede visitar la iglesia de la Magdalena y el pazo de Brandeso (hoy alojamiento de lujo), que Valle-Inclán retrató en Sonata de otoño. Quedan apenas 40 km hasta Santiago, repartidos en dos partes. La primera lleva hasta O Pino a través de bosques de carballos y eucaliptos. En la segunda se alcanza por fin el Monte do Gozo, llamado así porque desde su cima los peregrinos veían por primera vez la ciudad y su catedral.
El tramo final discurre ya por Compostela, entre rúas porticadas. En Año Santo, como este 2021 y el próximo 2022, la ruta se desvía a la praza da Quintana, donde la Porta Santa franquea el paso al templo del apóstol: el primero de mil tesoros que la ciudad tiene por descubrir. ¡Buen Camino!
Más información: Camino de Santiago en Galicia (Web oficial)
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