En el corazón de Baja Silesia, dos iglesias de madera desafían siglos de historia religiosa. Nacidas de los acuerdos de paz que terminaron la Guerra de los Treinta Años, estas construcciones únicas son mucho más que templos: son monumentos a la resistencia, la creatividad y la tolerancia.
En el contexto de los acuerdos del Tratado de Westfalia, que puso fin a la devastadora Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el emperador Fernando III de Habsburgo se vio obligado a conceder a los protestantes unos derechos de construcción religiosa ciertamente peculiares. El resultado fueron tres iglesias evangélicas en las localidades de Jawor, Głogów y Świdnica, bautizadas como «Iglesias de la Paz» debido a las circunstancias históricas de su creación.

Ni un sólo clavo
Las condiciones impuestas a estos templos eran extraordinariamente restrictivas. Los protestantes no solo fueron excluidos de construir dentro de los límites urbanos, sino que se les impusieron severas limitaciones arquitectónicas. Las iglesias no podían tener torres, no podían recordar ni remotamente a los templos cristianos tradicionales y no podían emplear un sólo clavo en su construcción. Paradójicamente, estas restricciones draconianas terminaron siendo su mayor virtud, generando unos edificios singulares en la historia de la arquitectura religiosa europea.

Construidas íntegramente en madera, estas iglesias representan una obra maestra de ingeniería constructiva. Sus estructuras fueron reforzadas con un ingenioso sistema de briquetas de paja y arcilla, utilizando técnicas que combinaban resistencia estructural y economía de materiales. Con el paso de los siglos, solo dos de estos recintos han sobrevivido: los de Jawor y Swidnica, ambos ubicados en la región de Baja Silesia, en el suroeste de Polonia. Interior de la iglesia de Jawor | © Javier García Blanco
Patrimonio de la Humanidad
Situados a poco más de 60 kilómetros de Wrocław, estos templos no son simplemente construcciones históricas, sino verdaderos testimonios de resistencia cultural. Su extraordinaria arquitectura y su profundo significado histórico han sido reconocidos por la UNESCO, que las declaró Patrimonio de la Humanidad. Más allá de su valor arquitectónico, estas iglesias son símbolos de tolerancia, memoria histórica y resiliencia espiritual.


Una visita a estos lugares no solo satisface la curiosidad histórica, sino que permite sumergirse en un capítulo fascinante de la historia europea, donde la restricción se transformó en creatividad arquitectónica y donde la fe encontró expresión más allá de los límites impuestos.