A pesar de ser común en gran parte de Europa, la presencia de esta ave en nuestro país se limita a dos regiones muy concretas. Este fenómeno desconcierta a ornitólogos y amantes de la fauna, que buscan descifrar las claves de su enigmática distribución.
La graja: un ave intrigante en la península
La graja (Corvus frugilegus) es una de las aves más intrigantes de la familia de los córvidos. Mientras que en otras partes de Europa es una especie común y abundante, en España su presencia es sorprendentemente limitada y concentrada en áreas muy específicas. De hecho, solo se encuentra en dos regiones principales de la península: León y ciertas zonas de Cataluña, una distribución que despierta gran interés entre los ornitólogos y curiosos de la fauna.
Esta singularidad geográfica, un tanto misteriosa, hace de esta especie un caso fascinante, cuya presencia limitada en nuestro país destaca frente a su relativa abundancia en el resto del continente.
La graja en Europa
Mientras que es una de las especies más comunes en Europa del Este y Central, con millones de individuos reproductores y donde ocupa grandes extensiones de bosque y zonas rurales, su limitada distribución en esta zona del sur continental no deja de ser un enigma sin resolver.
En Europa, esta especie se encuentra en áreas que van desde el norte de Escocia hasta los Balcanes, pasando por Alemania, Polonia y otros países de Europa Central. En estos lugares, la graja ha sido parte integral del paisaje durante siglos, formando grandes colonias que prosperan en campos agrícolas, bosques y áreas urbanas. Sin embargo, en España, su presencia está restringida a las dos zonas ya mencionadas.
Una distribución restringida y misteriosa
Lo curioso es que no existe una distribución natural de la graja en el resto de España, ni siquiera en zonas cercanas a las que ya se encuentra en León y Cataluña. Esta distribución tan restringida en la península es un hecho que desconcierta a muchos expertos, pues en un territorio de clima moderado como España, se esperaría que una especie tan adaptable como la graja pudiese haberse establecido en más lugares.
¿Por qué estas regiones tan concretas y no otras? Este fenómeno invita a la reflexión sobre las dinámicas ecológicas y cómo el entorno, los recursos disponibles y los factores históricos pueden influir en la distribución de una especie.
La graja en León
La presencia de la graja en León, en el noroeste de España, es notablemente destacada. Aquí, la especie ha encontrado un hábitat ideal, en una región agrícola donde abundan los cultivos de maíz, trigo y cebada, recursos perfectos para su dieta omnívora. León ofrece, además, una estructura de paisaje rural, con suficientes zonas boscosas y campos abiertos para proporcionar refugio y alimento. La provincia ha sido testigo de una expansión progresiva de la especie en las últimas décadas, con la creación de grandes colonias que se localizan principalmente en los valles y montañas circundantes, con dos de las más grandes colonias muy localizadas a escasos kilómetros de la capital de la provincia.
La graja en Cataluña
Por otro lado, en Cataluña, especialmente en las comarcas del norte, también ha comenzado a asentarse. Aquí, a pesar de ser escasa, la graja ha logrado adaptarse a los hábitats agrícolas y forestales, aunque en menor medida que en la meseta. Este comportamiento de «aislamiento geográfico» dentro de la península resulta aún más interesante, ya que no existe una transición natural hacia otras zonas del país, como Castilla-La Mancha o Madrid, que, a priori, podrían parecer adecuados para su expansión.
Teorías sobre su limitada distribución
Existen varias teorías que podrían explicar esta distribución tan limitada de la graja en la península ibérica. En primer lugar, la especie requiere un tipo de hábitat muy específico que no se encuentra fácilmente en toda España. Las grajas son aves que prefieren vivir en paisajes agrícolas, pero también en áreas donde haya suficientes árboles para anidar. En regiones como León, el uso agrícola de la tierra, combinado con la presencia de bosques y colinas, proporciona el entorno ideal. En Cataluña, la proximidad a áreas rurales de montaña también ofrece un hábitat adecuado, aunque en menor escala.
Otro factor que podría influir en su distribución es el cambio climático. Las grajas se han desplazado hacia el oeste en los últimos años, y las condiciones meteorológicas más suaves en el norte de España pueden haber favorecido su establecimiento en estas zonas. A medida que el clima cambia, algunas especies pueden encontrar nuevos territorios adecuados para su supervivencia, lo que podría explicar el reciente asentamiento de la graja en el noroeste ibérico.
Finalmente, la competencia con otras especies, como la corneja o la urraca, también podría ser un factor que limita la expansión de la graja en otras regiones de la península. Las zonas en las que ha logrado establecerse parecen tener una menor presión competitiva de otras especies de córvidos, lo que permite a la graja encontrar su nicho sin grandes dificultades.
Adaptación y éxito local
Aunque su distribución en nuestro país es pequeña, su capacidad para adaptarse al entorno ha sido clave para su éxito en las regiones donde se encuentra. Su dieta variada le permite aprovechar los recursos agrícolas, pero también adaptarse a la presencia humana, alimentándose de restos de comida en vertederos y áreas urbanas.
Este hecho la convierte en un ejemplo fascinante de cómo las aves pueden encontrar su lugar incluso en un territorio con limitaciones naturales.
Un misterio sin resolver
Mientras el misterio de su fascinante y curiosa repartición por nuestras latitudes sigue sin resolverse, nos quedará seguir disfrutando de estas inteligentes aves en nuestros parques y zonas boscosas de los enclaves en los que habita.