Viajamos al Priorat, una de las regiones más recónditas y exclusivas de Cataluña para descubrir un lujoso paraíso entre viñedos donde entregarse al placer del hedonismo más absoluto. Escondido entre colinas y sinuosas carreteras de montaña, nos recibe el señorial edificio del Gran Hotel Mas d’en Bruno.
En esta misteriosa tierra silenciada entre acantilados de vértigo, escarpadas montañas susurran escalofriantes leyendas como la de Abd-el-Azia, la última reina mora de la Península. Al sur de la provincia de Tarragona, entre la exuberante Sierra del Montsant y a escasos 50 kilómetros del mar, descansa una de las comarcas vitivinícolas más rompedoras del mundo.
Durante siglos, estas tierras han permanecido como un tesoro oculto, celosas de compartir su extraordinaria belleza. A ello ha contribuido su carácter inaccesible debido a su accidentada orografía. El genial Josep Pla, en su Guía de Cataluña, lo describe así:
«El Priorat es un país tormentoso, cataclismático, de una violencia geológica impresionante (…) La geología del paraje parece una borrachera, una fuerza interna, desordenada y pujante que traquetea la tierra, una fuerza de colores suntuosos, de exudación densa, de tumefacciones y de hinchazones agitadas, de polvo».

Priorat: un destino excepcional
Pero la tendencia está cambiando y el Priorat se ha posicionado ya en el mapa internacional como un destino diferenciador, con una oferta turística y enogastronómica excepcional. No es de extrañar que Relais & Chateaux haya elegido la zona para dar vida a uno de sus proyectos más innovadores, el Gran Hotel Mas d’en Bruno, en la pequeña localidad de Torroja del Priorat.
Al arrullo de pueblos pintorescos, colinas y valles infinitos y bodegas de alta calidad, este hotel boutique de 24 habitaciones ostenta el honor de ser el único miembro de Relais & Chateaux de la provincia de Tarragona.
Desde su apertura en mayo de 2023, se ha convertido en un referente indiscutible dentro del segmento del turismo de lujo. Su arquitectura, que dialoga respetuosamente con el entorno, junto con su propuesta gastronómica basada en productos locales de primera calidad, ofrece una experiencia inmersiva en la esencia del Priorat.

Un hotel diseñado a la altura de los vinos del Priorat
El bucólico paisaje que envuelve a Mas d’en Bruno constituye un emplazamiento perfecto para dar forma a un hotel diseñado a la altura de los grandes vinos del Priorat. Los gruesos muros de esta masía catalana construida en 1697 encierran una apasionante historia. El alojamiento ha adoptado el nombre de la familia Bruno, propietarios de la casa hasta hace dos décadas.

Una vez superada la impresión que provoca admirar este paisaje de ensueño, la mirada se clava inevitablemente en la espectacular piscina infinita: una exquisita tentación ideada para entregarse sin prisa y con esmero al relax, la calma y el sosiego.
El hotel está dividido en dos edificios diferenciados, uno en la masía principal y un segundo, el atelier, construido junto a la piscina. El edificio original alberga la zona de restauración, el spa, en el antiguo lagar de la masía, una biblioteca y 13 suites exquisitamente decoradas donde el culto al detalle y el lujo son protagonistas indiscutibles. Todas las camas están vestidas con sábanas de algodón egipcio de 600 hilos y cuentan con un minibar gourmet entre otros muchos detalles.
La estrella principal es la impresionante Bruno’s Suite, una estancia de 120 metros cuadrados de interior, terraza privada de 20 metros cuadrados e increíbles vistas a los viñedos. No menos espectacular es Bruno’s Villa, en el edificio atelier, una luminosa y espaciosa habitación con una amplísima terraza y piscina privada. En esta misma zona, ideal para los meses de verano, residen diez garden suites equipadas con todo lo necesario para una estancia de lujo muy confortable.
Gastronomía camaleónica
Al frente del ambicioso proyecto culinario cuyo leit motiv gira en torno al universo del vino, se encuentra Josep Queralt, un talentoso chef que, pese a su juventud, atesora una sólida trayectoria forjada en el aclamado restaurante Can Bosch de Cambrils (Tarragona), galardonado con una estrella Michelin.
Lo que hace único a Mas d’en Bruno es su fascinante concepto gastronómico: un restaurante que se transforma completamente según el momento del día. Cuando la luz del sol baña los viñedos circundantes, el restaurante Tarraco cobra vida con una propuesta que fusiona magistralmente la tradición italiana con esencias mediterráneas, siempre poniendo en valor los productos locales de temporada.

Al caer la noche, el espacio se metamorfosea en Vinum, una experiencia culinaria refinada que invita a descubrir diferentes menús degustación, cada uno meticulosamente maridado con vinos de la tierra y selectas etiquetas procedentes de las regiones vinícolas más prestigiosas del planeta.
Para quienes deseen disfrutar de un momento especial a cualquier hora, Bruno’s Bar ofrece un espacio donde la mixología se eleva a la categoría de arte. Ideado para deleitar a los paladares gourmet y a los amantes del vino, el edificio atelier alberga una vinoteca abovedada con una bodega oculta donde es posible degustar en la intimidad una amplísima oferta de vinos de todo el mundo. Este espacio es privatizable y está disponible también para catas y eventos privados.
Un spa en un antiguo lagar
Abrazado por yacimientos arqueológicos originales, el spa del hotel está configurado en torno a una piscina de agua caliente, una sauna, jacuzzi, baño de vapor y zona de zambullida helada. Emborrachados de paisaje, gastronomía gourmet y enología, es momento de zambullirse este universo envolvente construido en el interior del antiguo lagar de la masía Los tratamientos personalizados, entre ellos la vinoterapia, están firmados por Natura Bissé.

Mas d’en Bruno es un campamento base ideal para explorar esta mística comarca. El Priorat es una pequeña región de apenas 500 kilómetros cuadrados a tan sólo dos horas en coche de Barcelona y 45 minutos de Tarragona. Aunque el turismo enológico constituye una de sus bazas más potentes, os prometemos que este destino os va a cautivar por su salvaje belleza paisajística, su increíble historia y sus pueblos perdidos en la noche de los tiempos.
Además de visitar bodegas donde podréis descubrir la historia y los procesos de elaboración de estos caldos, este rincón catalán es perfecto para la práctica de múltiples actividades al aire libre, yoga entre viñedos, paseos en bicicleta eléctrica por sinuosas sendas, inolvidables puestas de sol, catas de vinos, aceites y/o productos locales, así como visitas a históricos enclaves como la Cartuja de Escala Dei o Siurana. Los más atrevidos encontrarán las escarpadas montañas del Montsant su particular paraíso para practicar escalada y un sinfín de deportes de aventura.

Siurana, el último reducto musulmán de Cataluña
Una carretera sinuosa que discurre entre viñedos y acantilados de vértigo conduce hasta Siurana, uno de los tesoros mejor conservados de la comarca en el extremo este de la Sierra de Prades. Declarado paraje pintoresco desde 1961, este antiquísimo pueblo con raíces prehistóricas descansa sobre un peñón de piedra caliza que brinda una irrepetible panorámica del valle del río Siurana y su embalse.
La sorpresa es mayúscula cuando descubrimos que aquí se han escrito algunos episodios más importantes de la historia de España ¿Sabíais que este fue el último reducto musulmán de Cataluña? Ya en el siglo IX, su estratégica ubicación hizo que se convirtiera en una defensa de primera línea del islam. Eran tiempos de Reconquista y el conde de Barcelona Ramón Berenguer I había realizado varios intentos para ocupar Tarragona. Los musulmanes se vieron obligados a retirarse a fortificaciones más seguras en las montañas, habitando así el imponente castillo de Siurana.

Cuenta la leyenda que esta localidad estaba bajo el dominio de la bella Abb-el-Azzia. Cuando los cristianos consiguieron penetrar en el Castillo hacia el año 1153, mataron a casi toda la población, mientras la reina celebraba una fiesta en una de las salas del palacio. De repente, una flecha entró por la ventana y se clavó en la mesa.
Presa del pánico, la reina mora subió a su caballo blanco y le vendó los ojos para evitar que el animal se percatara del peligro. Se dirigió galopando al precipicio más cercano y se lanzó al vacío, pero el animal frenó en seco y clavó sus patas en el suelo: hoy en día es posible observar la huella de la herradura en la roca en un lugar bautizado como el Salto de la Reina Mora.
Escala Dei: el origen

Si todavía tenéis ganas de seguir descifrando más enigmas, os animamos a acercaros a otro de los imprescindibles de esta ruta: la histórica Cartuja de Escaladei o Scala Dei. Fundada en el siglo XII por los austeros monjes procedentes de la Provenza francesa que huían de la filoxera, está considerada la primera cartuja de la Península Ibérica.
Hoy en día es posible visitar las ruinas, pero su gran importancia radica en que aquí se encuentra el origen del actual nombre de la comarca, el Priorato. Y no sólo el topónimo, la región le debe también a estos monjes los orígenes de la explotación vitivinícola del territorio, ya que aplicaron sus conocimientos y empezaron a cultivar la vid mediante un sistema feudal de trabajo de la tierra.
El curioso nombre de la cartuja (que se traduce como «escalera hacia Dios») proviene de otra suculenta leyenda que narra que el logo de este lugar es una escalera que sube al cielo porque un pastor que vivía en la zona soñó con unos ángeles que subían al cielo por una escalera apoyada en un tronco de pino.
Una viticultura heroica
Han pasado más de nueve siglos desde que los monjes cartujos instauraron la vid en esta pequeña región, pero el cultivo actual del vino no dista mucho de los métodos de labranza utilizados en la Edad Media. Nos encontramos en una zona donde se practica la viticultura heroica, ya que la tierra solo puede trabajarse de forma manual debido a sus terrenos irregulares y escarpados. Los viñedos crecen además junto a las licorellas, piedras de pizarra que habitan el terruño.
Todo ello, sumado a la gran variedad de climas que existen entre las diferentes zonas de este territorio, configura la particular y distinguida esencia de sus vinos ácidos y poderosos que han alcanzado fama internacional. Las variedades de uva predominante son la garnacha y la cariñena y los caldos oscilan entre los 13.5 y 16 grados. El Priorat suma más de 100 bodegas y en el Montsant existen otras 100.

Viajar al Priorat es emprender una odisea sensorial hacia el corazón mismo de la tierra. Es atravesar el umbral de un universo donde la enología se convierte en arte y la naturaleza compone sinfonías visuales entre viñedos y laderas. Nos despedimos de esta fascinante tierra con las palabras del enólogo Luis Gutiérrez en su obra Paisajes del Vino:
«El Priorat no es simplemente un lugar en el mapa, es un estado del espíritu. Sus vinos no solo se elaboran con uvas y tiempo, sino con la memoria de las piedras, con el carácter indomable de sus gentes, con la luz única que baña sus laderas. Quien bebe Priorat, bebe historia en estado puro».
Más información: Mas d’en Bruno | Turisme Priorat