Rumanía conserva su autenticidad como pocos países en Europa. Su capital, Bucarest, conocida como la ‘pequeña París’, combina contrastes y sorpresas, siendo el inicio perfecto para una ruta fascinante. Exploraremos la Salina Turda, un asombroso paisaje subterráneo; la ciudad fortificada de Harman, llena de historia, y el castillo de Bran en una visita nocturna que pondrá a prueba nuestra valentía. Una experiencia única entre historia y leyenda.
La impresionante y reciente renovación de la red de carreteras en todo el país sumada a un precio de la gasolina asequible, convierten a Rumanía en un destino ideal para realizar un recorrido por carretera. Iniciamos ruta en el norte, en la región de Transilvania, alejándonos de los recorridos turísticos convencionales. Este itinerario nos sumerge en las gemas escondidas de esta misteriosa tierra cuajada de titánicas montañas, leyendas mundialmente populares y rincones donde el peso de la historia es descomunal.
La Salina Turda: viaje al inframundo
Este lugar es, sin duda, uno de los paisajes más futuristas y extravagantes de Transilvania. A dos horas y media en coche de Brașov, y muy cerca de Cluj-Napoca nos espera la Salina Turda: un viaje a las entrañas de la tierra donde naturaleza e historia se fusionan para brindarnos una experiencia que nos dejará sin aliento. Nada más llegar, nuestros sentidos son incapaces de procesar que seguimos en el planeta tierra ante un reino cristalino que desafía toda lógica. Al cruzar el umbral, una atmósfera totalmente mística nos envuelve y el aire salino nos transporta a otro mundo.
Los orígenes de estas sobrecogedoras minas se remontan a la época romana, aproximadamente en el siglo II d. C. Tras descender unos pocos tramos de escaleras y tomar un vetusto ascensor que cruje por el peso de los siglos, llegamos a la cámara principal, punto neurálgico de la visita. Una gran estancia alargada da cobijo a un auditorio que emerge de la roca, una galería de arte, instalaciones deportivas y una gran sorpresa tan bizarra como inesperada en una explotación minera: una noria gigante. Desde esta inmensa gruta, otro tramo de escaleras nos conduce hacia la joya más preciada del lugar: un lago subterráneo navegable que cobija misterios insondables.
La mina fue explotada a lo largo de los siglos, hasta que en 1932 cesaron las operaciones comerciales. En los años noventa, fue restaurada y finalmente reabierta al público como una atracción única que permite al viajero experimentar sensaciones inéditas en un entorno subterráneo fuera de lo común. Tendréis además la oportunidad de resetear cuerpo y mente gracias a los poderes curativos del aire ancestral que fluye por sus grutas, ofreciendo a los más aventureros una inmersión en el bienestar más profundo.
Una historia de amor interrumpida
Nuestra siguiente parada nos desvela la historia de amor más triste de Transilvania: sus protagonistas son el antiguo pueblo de Geamăna y sus habitantes. Separados en 1977 por un destino tan cruel como inevitable, el valle que una vez albergó los sueños y promesas de 400 familias sucumbió ante las decisiones implacables del régimen de Ceaușescu. El citado gobernante decidió construir una presa para almacenar los abundantes residuos tóxicos derivados de la explotación de la que por aquel entonces era la mina de cobre más grande de Europa. En consecuencia, los habitantes de la zona fueron trasladados y el pueblo quedó totalmente sumergido bajo las aguas de un lago contaminado.
Como una rosa que florece entre las espinas, la naturaleza se ha encargado de convertir esta infame acción humana en un escenario idílico conformado por una espectacular sinfonía de colores rojizos y cianóticos generados por la acción del cobre y metales pesados. Y allí, cual amante que se niega a partir, el campanario de la iglesia emerge sobre las aguas como un último beso congelado en el tiempo. Un recordatorio de que el amor, incluso cuando está sumergido bajo las aguas más turbias, encuentra la manera de alcanzar la superficie y contar su historia a quienes se atreven a escucharla.
Es importante destacar que este destino sólo está recomendado para los viajeros más atrevidos. Para llegar hasta allí, es necesario transitar por una pista de arena en la que todavía habitan algunas personas que se resisten a abandonar su tierra de origen.
Harman: testimonio vivo de la resiliencia humana
Ha llegado el momento de transitar por uno de los parajes más bellos de Rumania: la escénica carretera Transalpina que discurre sinuosa a través de espesos bosques milenarios. Pilotando a través de eternos bosques y caudalosos lagos, llegamos a nuestro siguiente destino, Harman.
La homónima ciudad fortificada es uno de los ejemplos más fascinantes de arquitectura gótica transilvana y del rico pasado medieval de la región. A tan sólo unos diez kilómetros de Brașov, este pequeño y pintoresco pueblo alberga uno de los tesoros más impactantes del país eslavo: una hermosísima iglesia del siglo XIII flanqueada por elevadas murallas. Perderse en el interior de este baluarte es realizar un viaje al pasado que nos ayudará a comprender la relevancia de la histórica Transilvania en el corazón de Europa.
Aunque el templo fue construido en estilo románico, durante los siglos XV y XVI se añadieron elementos góticos, especialmente en las fortificaciones, torres defensivas y los muros que la rodean. Este asentamiento religioso amurallado forma parte del legado sajón de esta región, donde existen muchas construcciones singulares del mismo estilo. Todas ellas son Patrimonio de la Unesco debido a su valor histórico y arquitectónico.
¿Sabíais que los sajones transilvanos eran colonos alemanes invitados por los reyes húngaros para ayudar en la defensa y el desarrollo de estas tierras? Durante la Edad Media, las invasiones de estas aldeas rurales eran frecuentes, sobre todo por parte de otomanos y tártaros.
La iglesia de Harman es un paradigma de la arquitectura defensiva medieval. Esta fortaleza sagrada se convirtió en el último bastión de esperanza para sus habitantes. El ingenio de sus constructores está presente en los pasadizos secretos y las cámaras ocultas donde los aldeanos almacenaban provisiones suficientes.
Para poner el broche de oro a la visita de este hechizante enclave, os recomendamos ascender a una de las torres de vigilancia. Desde allí, podréis disfrutar de una bellísima panorámica de los paisajes que envuelven esta pintoresca villa. Desde esta atalaya privilegiada, es fácil imaginar las señales de humo que advertían de la llegada de invasores, el sonido de las campanas llamando a refugio, y las plegarias en la capilla durante las noches más oscuras.
Una noche con Drácula
Y en esta misteriosa tierra atrapada en un universo de leyendas y mitos escalofriantes, no puede faltar una de las actividades más originales y espeluznantes. Os proponemos una visita nocturna privada al tenebroso castillo de Drácula, en la localidad de Bran. A solo 30 minutos de Brașov, esta fortaleza gótica se alza majestuosa sobre una colina arropada por frondosos bosques y un profundo halo de misterio.
A diferencia de los populares tours, esta incursión nocturna al castillo os brindará la oportunidad de explorar cada uno de sus recovecos cuando las sombras parecen cobrar vida y las leyendas resuenan en cada pasillo. Los guías ofrecen recorridos que incluyen leyendas sobre Vlad el Empalador y la historia del castillo. El final de esta aventura es totalmente imprevisible y no es apta para corazones altamente impresionables. Como diría el mismísimo conde Drácula: «Cuando el sol se oculta la noche se apodera del mundo».
El castillo de Bran es la fortaleza más famosa de Rumanía y se construyó en el siglo XIV para proteger Transilvania. Siglos después, actuó como oficina de aduanas para controlar la entrada en Valaquia (el castillo está emplazado en el eje de la antigua frontera entre Valaquia y Transilvania). En 1920, el destino del castillo dio un giro de 360 grados, cuando la reina María recibió la fortaleza como regalo y le confió el aspecto actual.
Si conseguís sobrevivir a esta espeluznante aventura, habrá llegado la hora de recuperar el aliento y descansar en uno de los alojamientos más exclusivos: el Hotel Matca. Ubicado a 8 km de Bran, este resort exclusivo de montaña está dominado por la tranquilidad y un entorno natural que corta la respiración. Habitaciones confortables, una gastronomía de primerísima calidad y el más exquisito lujo os esperan. Si permanecéis muy atentos, en las noches claras podréis otear desde sus ventanas, la siniestra silueta del castillo de Bran recortando el horizonte.
Rumanía, y en especial Transilvania, siguen siendo un destino poco explorado que exhibe su impactante atractivo a los viajeros que no se conforman con seguir las pautas marcadas por el turismo de masas. Paisajes oníricos, pueblos semienterrados, castillos encantados, ciudades medievales y leyendas truculentas.
Una historia apasionante marcada por el incesante espíritu de lucha de las comunidades rurales y una naturaleza de abrumadora belleza dominada por los colosales Cárpatos. Os animamos a emprender este viaje a uno de los últimos refugios de Europa. Una aventura donde cada camino nos conduce a un descubrimiento asombroso.