Nadie duda de que Venecia es uno de los destinos turísticos más románticos de todo el mundo pero, dependiendo de las fechas en las que visitemos la sugerente ciudad de los canales –y especialmente durante los meses de verano– es más que probable que nos veamos rodeados por una imparable horda de turistas que complique nuestros planes de disfrutar de unos días románticos en la capital del Veneto.
¿Qué podemos hacer en ese caso? Una buena alternativa es “darle la vuelta” al reloj y programar parte de nuestras rutas por la ciudad después de que el sol se haya puesto por el horizonte. Para ello lo más recomendable es disponer de nuestro alojamiento en la propia Venecia, y no en la cercana Mestre, pues dependiendo de la hora de la noche a la que decidamos volver a descansar, los transportes públicos se limitarán a los carísimos taxis acuáticos.
Organizar nuestros paseos nocturnos por Venecia tiene varias ventajas: además de librarnos de las aglomeraciones –la mayor parte de los turistas extranjeros cenan a horas tempranas y se retiran a descansar a horas muy prudentes–, con la puesta de sol las temperaturas son mucho más agradables –siempre y cuando viajemos en verano, claro está– pero, sobre todo, la ciudad, sus calles y sus canales adquieren un aire misterioso del que no gozan durante el día.
Un punto de partida inmejorable para esta ruta nocturna por Venecia puede consistir en presenciar la puesta de sol –y la progresiva iluminación de la ciudad– desde el Gran Canal, ya sea en los escalones siempre atestados del puente Rialto o desde la pasarela del Puente dell’Accademia.
A continuación podemos dirigirnos hasta la plaza de San Marcos, donde los porches del Museo Correr y las Procuradurías Nueva y Vieja se engalanan con una iluminación espectacular. A sus espaldas la imponente basílica de San Marcos y el orgulloso Palacio Ducal también ofrecen una estampa bien distinta a la diurna y, aunque a estas horas no podemos visitar su interior, disfrutar de sus estampas iluminadas bien merece el paseo.
Desde aquí podemos caminar unos metros hasta el cercano bacino de San Marcos para disfrutar de las vistas de la isla de san Jorge, de la Punta della Dogana y de la basílica de La Salute, al otro lado de las aguas del canal.
Por último, y aunque el reloj haya pasado de la medianoche, tampoco tendremos dificultad en encontrar algún gondolero dispuesto a darnos un romántico paseo en góndola por los canales apenas iluminados o, en su defecto, podemos dirigir nuestros pasos hasta las tranquilas calles del Cannaregio, y pasear por las oscuras y misteriosas callejuelas y piazzettas de lo que antaño fue el ghetto judío.
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