Durante casi un siglo, entre 1753 y 1849, se desarrolló la construcción de una de las obras de ingeniería más ambiciosas de la Ilustración española: el Canal de Castilla, que pretendía unir Segovia con Santander. Más de dos siglos después, este gran proyecto ofrece un hermoso recorrido jalonado de bellos paisajes y fascinantes ejemplos de patrimonio e ingeniería.
Hablar del Canal de Castilla es recordar una España que quería despegar del provincianismo y del atraso, para acompañar a esos países europeos que, con varios años de adelanto, daban sus primeros pasos en la revolución industrial. No fue fácil para España, y en concreto para Castilla, acometer una obra de tal envergadura (su construcción se prolongó durante casi un siglo, desde 1753 hasta 1849), que, todavía hoy, más de 200 años después, siga impresionando y deleitando nuestros ojos por ser lo que es: una gigantesca obra de ingeniería, una creación emblemática de la Ilustración española que milagrosamente se ha conservado casi intacta.
La historia de los 207 kilómetros del Canal de Castilla es la de una de esas proezas que a punto estuvo de quedarse en “agua de borrajas”. Su recorrido estaba claro: unir Segovia con Santander. Este gran “cordón umbilical”, a modo de gran río navegable, recorrería todo el centro de la Península, y sin duda nos acercaría al país líder en materia de canales: la vecina Francia.
La razón de su construcción no podía ser más específica y concreta: dotar a Castilla de una vía de trasporte que facilitase la salida de sus productos agrícolas, principalmente trigo, hasta el puerto de Santander, desde donde se exportaría a las colonias de ultramar y a otras naciones de Europa, a la vez que llegarían a Castilla, en sentido contrario, el carbón asturiano y otros productos de las colonias.
Como toda buena obra que se precie, el proyecto original sufrió grandes cambios, hasta el punto de que el titánico proyecto inicial quedó reducido a un trazado que comprendía desde el pueblo de Alar del Rey –muy cerca de las estribaciones montañosas que unen Palencia con Cantabria–, hasta Valladolid por un lado y Medina de Rioseco por otro. Tres ramales llamados “Norte”, “Sur”, y “de Campos”, que en forma de “Y” invertida surcan como si un oasis se tratara los campos amarillos de Castilla.
«La razón del canal no podía ser más concreta: dotar a Castilla de una vía de trasporte que facilitase la salida de sus productos agrícolas, principalmente trigo, hasta el puerto de Santander, desde donde se exportaría a las colonias de ultramar y a otras naciones»
Recorrer todo el canal, ya sea en bicicleta, andando o incluso en coche, visitando las principales esclusas, constituye todo un disfrute para la vista. Estas ingeniosas creaciones continúan maravillando a quienes las visitan, recordándonos la lucha olvidada de miles de obreros anónimos. Gracias a ellos, todavía podemos disfrutar hoy en día de su valioso legado arquitectónico.
El sistema empleado para el transporte de mercancías a lo largo del canal era notable y, sin duda, digno de contemplar. A ambos lados del canal se erigió un camino destinado a guiar a las mulas hacia su destino, mientras tiraban de las barcazas mediante robustas cuerdas conocidas como sirgas. De ahí que a estos caminos paralelos al canal se les denomine Caminos de las Sirgas.
Las esclusas del canal
Alrededor del Canal de Castilla fue necesario habilitar un ingente patrimonio de obras hidráulicas: esclusas, puentes, acueductos, presas… sin olvidar las múltiples edificaciones que jalonan sus márgenes, entre las que destacan los molinos, astilleros, dársenas y, sobre todo, las grandes fábricas de harina, de las cuales solo quedan “intactas” la de Abarca –transformada en hotel, museo y Centro de Arte Contemporáneo–, y la de Medina de Rioseco –antigua fábrica de harinas de San Antonio–, que se conserva tal y como se construyó, siendo su visita una de las experiencias más gratificantes de todo el recorrido del Canal de Castilla. Ambas se encuentran en el ramal de Campos.
Entre todas las estructuras que componen el canal, las esclusas destacan como elementos icónicos y esenciales de este grandioso proyecto. Estas ingeniosas construcciones desempeñan un papel fundamental al permitir la superación de un desnivel de casi 150 metros a lo largo de todo el recorrido del canal. En total, se erigieron un impresionante conjunto de 49 esclusas. De estas, 42 se distribuyen entre los ramales norte y sur, mientras que el ramal de Campos alberga las siete restantes.
«Vamos durante un gran rato junto al Canal de Castilla, sin apretar al ganado, como el que no tiene prisa», dicho popular
La contemplación de estas esclusas es, sin duda, una experiencia emocionante para los visitantes que las observan con admiración. Quienes se sientan junto a estas estructuras no sólo pueden apreciar su armoniosa construcción, sino también sumergirse en la rica historia que estas puertas prácticamente olvidadas han atestiguado. En el siglo XVIII, estas esclusas se diseñaron con una forma ovalada, permitiendo el paso de dos embarcaciones simultáneamente. Sin embargo, en el siglo XIX, experimentaron una transformación y se volvieron rectangulares, con capacidad para una sola embarcación. Aunque estas nuevas esclusas reducían la capacidad de tráfico, requerían menos agua, lo que agilizaba considerablemente el proceso de paso.
El visitante que pase por Frómista, no sólo disfrutará de la maravillosa iglesia románica de San Martín, sino que podrá imaginar cómo las barcazas subían hacia Alar, pasando por las cuatro esclusas, dando origen a cascadas de gran belleza, las más grandes de todo el canal.
Los grandes «puertos» del canal
Con el propósito de optimizar las operaciones de atraque de las embarcaciones y facilitar las tareas de carga y descarga de mercancías, se construyeron cuatro extensas dársenas, ubicadas estratégicamente en los extremos de los ramales principales: Alar del Rey, Valladolid, Medina de Rioseco y Palencia. A pesar de que en la actualidad muestran un aspecto muy diferente al que tuvieron durante su activo pasado, dejando una impresión agridulce en quienes las visitan, no se puede negar que su ubicación las ha transformado en auténticos refugios dentro del bullicio urbano.
Poco a poco, los presagios más sombríos se abatieron sobre el más idílico y romántico medio de transporte en España. La razón de su abandono no fue otra que la irrupción del ferrocarril, una especie de “monstruo” que exhalaba humo y hacía sonar un silbato cuyo eco resonaba a varias leguas de distancia.
Esto provocó una drástica reducción en los precios del transporte de mercancías en comparación con el ya desfasado sistema que operaba en el canal. Los astilleros entraron en plena decadencia, y los almacenes, cuadras, molinos, posadas, ventas, etc. no resistieron los embates del nuevo invento, que no sólo era más barato, sino también más rápido.
Para regocijo de ciclistas y senderistas, los caminos de sirga que corren paralelos al canal se han preservado casi como si fueran un milagro, convirtiéndose en una de las mejores oportunidades para experimentar la belleza de la naturaleza que se pueden encontrar en España.
La importancia de esta magna obra, olvidada hasta hace muy poco tiempo, empieza a dar sus frutos gracias al enorme interés que se ha producido en los últimos años, por ejemplo, con su declaración como Bien de Interés Cultural. La corriente ecologista que, por suerte, impera actualmente, se ha aliado con un sentimiento de respeto mayoritario de la gente hacia el medio ambiente, lo que ha permitido que el canal haya ganado adeptos para su disfrute, tanto a nivel deportivo, como ambiental y cultural.
Quienes se animen a hacer una visita al canal pueden comenzar en cualquiera de los tres lugares donde empieza o termina, según se mire. En nuestro caso nos decantamos por empezar en Alar del Rey, y después seguimos en el sentido del desnivel que se produce hacia el ramal sur y el de Campos. Un monolito en Alar del Rey recuerda a los visitantes que allí empieza el canal.
En fechas recientes se ha inaugurado un edificio que, con un enfoque didáctico, muestra todo lo relativo a esta increíble obra de ingeniería, con multitud de fotos, planos, etc. Incluso se expone al lado de la dársena una pequeña barca como las que debieron de pasar por el canal hace ya muchos años. Desde aquí, y siguiendo el trazado del canal, se pueden hacer paradas en sitios emblemáticos como Herrera de Pisuerga, con su bonita plaza y restos del castillo y muralla.
Un agradable paseo en barca
En el conjunto del Canal de Castilla, es en Herrera de Pisuerga, y específicamente en la presa de San Andrés, donde los visitantes pueden disfrutar al máximo de esta maravilla. En este lugar, se encuentra un pequeño embarcadero que permite dar un apacible paseo por el canal. Además, varios edificios históricos que en su día contribuyeron a la vida del canal han sido cuidadosamente restaurados y reconvertidos en centros de interpretación.
Unos kilómetros al sur, en Melgar de Fernamental, se encuentra una emocionante oportunidad de navegación a bordo del San Carlos de Abánades. Desde este barco, los visitantes pueden deleitarse con una de las más impresionantes hazañas arquitectónicas a lo largo de todo el canal: el majestuoso acueducto de Abánades. Resulta fascinante observar cómo el canal se erige sobre el río Abánades, fusionando ambas corrientes de agua en un escenario perfectamente decorado.
El barco efectúa una parada estratégica en las proximidades del acueducto, permitiendo a los turistas desembarcar y maravillarse ante esta vista desde una perspectiva única que no deja indiferente a nadie. Tras esta inolvidable experiencia, llegamos a Osorno, donde se alza la espléndida casa solariega de los Hierro, actualmente ocupada por el Ayuntamiento. Esta joya arquitectónica merece, por sí misma, una visita obligada
En Frómista, por donde también pasa el Camino de Santiago, nos encontramos con la bella cuádruple esclusa, la mayor del canal. Y también con uno de los principales monumentos del románico hispánico, la iglesia de San Martín, visita obligada tanto para quienes hacen el Camino de Santiago, como para los visitantes del canal. Aquí también es posible abordar otro barco, el Juan de Homar, y realizar en él un agradable paseo por las aguas.
Después de tanta belleza hecha por la mano del hombre, se llega al término de Ribas de Campos, donde se encuentra la impresionante esclusa de Calahorra de Ribas, posiblemente el rincón más fotografiado de todo el itinerario. En este lugar se encuentran las esclusas 22, 23 y 24 del ramal norte del Canal de Castilla, donde toma las aguas del río Carrión. En las proximidades de la triple esclusa se encuentra un monolito levantado para conmemorar la espléndida obra, ya que aquí se empezó a construir el canal en 1753.
Una vez llegamos al Serrón, nos encontramos con la interesante bifurcación del canal en dos ramales: el ramal sur y el de Campos. Este es un lugar donde se recomienda hacer una pausa, no solo para decidir cuál de los dos ramales explorar primero, sino también para apreciar detenidamente las esclusas, los mecanismos y las compuertas. Además, es digno de atención el conjunto de viviendas y almacenes que, en su momento, otorgaron vida al canal. Lamentablemente, como tantas otras obras del canal, estos majestuosos edificios han sufrido el olvido, algunos incluso han sido víctimas de incendios, dejando solo las cuatro paredes en pie.
Ramal sur y de Campos
Si se escoge el ramal sur, se pasará por las encantadoras ciudades de Palencia y Valladolid, donde finaliza el recorrido. En ambos casos se conservan las dársenas que dan un toque romántico a esta magna obra ilustrada. Por otro lado, el tramo conocido como Ramal de Campos discurre por lugares que son parte de la historia del canal, como el Puente y la Casa del Rey de Villaumbrales y, sobre todo, el pueblo de Becerril de Campos. Aquí hay que detenerse en su distinguida Plaza Mayor, de soportales porticados, para contemplar el edificio del ayuntamiento, de principios del siglo XX, construido en el lugar que ocuparon las antiguas escuelas.
Una característica especial es que las fachadas están adornadas con refranes y proverbios morales, con intención cívica y educativa. Además de varias iglesias, como las de Santa Eugenia, Santa María y San Miguel, no hay que perderse la iglesia románica de San Pedro Cultural, reconvertida hoy en un centro cultural gracias a una rehabilitación centrada en la astronomía, con elementos astronómicos, como una línea meridiana, un péndulo de Foucault o un reloj solar. No es de extrañar que este pueblo fuera premiado en 2016 como el pueblo más bonito de España.
Continuamos nuestra travesía adentrándonos en Sahagún el Real y Paredes de Nava, dos localidades con huellas imborrables de sus hijos más ilustres, como Jorge Manrique y los artistas Pedro y Alonso Berruguete (pintor y escultor respectivamente). Al proseguir por el canal, llegaremos a la majestuosa torre de San Pedro en Fuentes de Nava, cuyos imponentes 65 metros de altura la han hecho merecedora del apelativo de “estrella de Campos”.
A poca distancia, otro de los fascinantes tesoros que enriquecen la ruta del canal es Abarca, un encantador pueblo que alberga una de las dos fábricas de harina que aún se mantienen prácticamente intactas en todo el canal. Nos referimos al Hotel La Fábrica del Canal, un exclusivo hotel boutique dirigido exclusivamente a adultos. Este lugar es sin duda una parada obligatoria, ya que brinda la oportunidad de explorar la estructura original de la fábrica, una harinera construida en 1854.
La relevancia cultural, gastronómica y social que esta fábrica ha aportado le ha valido el título de Bien de Interés Cultural, lo que garantiza su preservación como máxima prioridad. Además, el hotel se compromete a ofrecer a su público adulto un ambiente de tranquilidad, relajación y descanso.
Finalmente, una vez dejamos atrás el majestuoso castillo de Belmonte de Campos, nos adentramos en Medina de Rioseco, también conocida como la ciudad de los Almirantes. Este rincón nos brinda la oportunidad de descubrir tres espléndidas iglesias que no debemos perdernos. Asimismo, no podemos pasar por alto la renovada Plaza del Ayuntamiento y, sobre todo, la encantadora Rúa, una calle de soportales adornada con elegantes columnas de piedra y madera, considerada una de las más hermosas de toda España.
Nuestra visita debe incluir una parada obligatoria en la dársena, punto final de nuestro recorrido por el Canal de Castilla. Junto a este enclave, se alza la histórica fábrica de harinas San Antonio, una de las dos que aún perduran en el trazado, junto a la de Abarca. Aquí es posible realizar visitas guiadas que nos transportarán a través del tiempo y nos mostrarán el proceso de producción de harina en compañía de antiguas y bellas máquinas.
Una vez finalizada nuestra visita a la fábrica, podemos relajarnos en un pintoresco parque ubicado justo al lado, degustando el delicioso pastel típico de la localidad, conocido como “abisinio” –un bollo de masa frita rellena de crema– como los que elaboran en la confitería Cubero. Mientras disfrutamos de este manjar, podemos contemplar con asombro la romántica dársena y dejarnos llevar por la imaginación, retrocediendo más de dos siglos en el tiempo, cuando barcazas transitaban por aquí, transportando sus valiosas mercancías de un lugar a otro.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar:
Además de en coche, escogiendo uno de los tres puntos de inicio del Canal para hacer la visita, se puede ir en tren hasta Valladolid o Palencia. También desde aquí se puede ir en tren hasta Alar del Rey, punto de partida del canal, para proseguir andando o en bicicleta hasta Valladolid o Medina de Rioseco.
Dónde dormir:
Hotel Sanmartina, en Becerril de Campos. De la prestigiosa cadena Rusticae, a 15 km de la ciudad de Palencia y rodeada de viñedos y de campos de cereal a orillas del Canal de Castilla. Es una antigua casa castellana muy bien restaurada. Su propietaria actual, Isabel, ha querido desarrollar este proyecto y apostar por el pueblo donde nació. El hotel tiene 7 habitaciones con una decoración sencilla pero elegante. La casa tiene un fantástico jardín de 850 metros, ideal por su tranquilidad.
Hotel La Fábrica del Canal. En Abarca de Campos (Palencia). La Fábrica del Canal es un hotel “solo adultos” (+16) en pleno corazón del Canal de Castilla, a tan solo 20 minutos de Palencia y 45 de Valladolid. Un lugar ideal para realizar paseos a pie o en bicicleta, conectar con la naturaleza, respirar aire puro y disfrutar de la tranquilidad que nos rodea. El hotel ha querido darle una gran importancia al confort y la elegancia.
Cuenta con 10 exclusivas habitaciones de lujo, todas pensadas para su descanso y disfrute. Escuche el sonido del agua que corre por la esclusa, el viento a través de los árboles, el canto de los grillos por el campo y disfrute del espacio, del momento y del aquí y ahora.
Es, en suma, un fantástico edificio, antigua fábrica de harinas con mucha historia a sus espaldas. Fue construida hacia 1854 encima de la primera esclusa del ramal de Campos del Canal de Castilla y ahora vive una segunda vida como hotel boutique y espacio gastronómico.
La conservación de su maquinaria casi intacta, así como la potencia y singularidad que este edificio reflejan, han sido, junto con el conjunto de todo el pueblo de Abarca de Campos, galardonados con el prestigioso premio internacional Europa Nostra.
Dónde comer:
Restaurante Carrecalzada, en Melgar de Fernamental, al lado del embarcadero del Canal de Castilla. Establecimiento de comida tradicional con cocina especial del canal. Este hotel-restaurante forma parte del complejo Centro de Turismo Rural Carrecalzada, en el que está situado el embarcadero del que parten los viajes del barco San Carlos de Abánades.
Este establecimiento está dotado de los más completos y modernos servicios de restauración y hospedaje, con cincuenta plazas en el restaurante, cinco habitaciones dobles con trece camas, cafetería, terraza y zona de recepción de visitantes.
Restaurante Asador Tres Culturas, en Becerril de Campos (Palencia). Excelente restaurante con especialidades como el lechazo churro asado al horno de leña. Su decoración mudéjar, con arcos de herradura mozárabe le dan un ambiente acogedor, en un pueblo que ha sido considerado uno de los pueblos más bonitos de España en 2016.
Restaurante La Fábrica del Canal (Abarca de Campos). Este espacio gastronómico apuesta por la cocina de autor y de mercado, con un guiño a la gastronomía tradicional palentina y un toque vanguardista. Su carta se basa en alimentos locales y frescos para elaborar platos que den vida a los productos de temporada, respetando siempre al máximo cada uno de ellos.
Su propuesta gastronómica es una cocina mayormente ecológica, de producto de cercanía y sustentable. Su filosofía es acercar al visitante a la Tierra de Campos, que sienta el huerto en cada bocado y que se involucre por el respeto por el producto de la zona y del bienestar del animal. Sus platos son elaborados con productos mayormente ecológicos y locales, fomentando así el comercio cercano y justo. Además, nos tomamos el tiempo necesario para elaborar cada uno de ellos con calidad y sabor de todos sus ingredientes.
Excursiones en barco:
Hay varios barcos que navegan por el canal. En la presa de San Andrés, junto a Herrera de Pisuerga, hay un embarcadero para visitantes (Tlf. 664 201 415). También en Medina de Rioseco (Tlf. 983 701 923) y en Melgar de Fernamental (Tlf. 947 372 010).
Más información:
Hay varias poblaciones a lo largo del recorrido que cuentan con puntos de información turística sobre el Canal de Castilla. Por ejemplo: Frómista, Medina de Rioseco, Palencia, Valladolid, etc. Para más información: Canal de Castilla y Canal de Castilla Ribas de Campos
Guías de viaje
La guía El Canal de Castilla, de Editorial Cálamo es toda una joya. Aunque pensada para los amantes de la bicicleta, cualquier senderista (e incluso quienes prefieran seguir el recorrido en coche), encontrará en esta guía una fuente de información y recomendaciones imprescindible, pues está muy bien escrita y detallada, y cuenta con planos y numerosas fotos. Absolutamente necesaria. Por otra parte, el libro Castilla en canal, editado igualmente por Cálamo, constituye un interesante ejercicio de recuperación de la memoria histórica y paisajística del canal.