Durante siglos, Utrecht pudo presumir con orgullo de ser la ciudad más grande e importante de los Países Bajos, un honor que le arrebató Ámsterdam en el siglo XVII. Sin embargo, hoy esta hermosa y animada localidad holandesa, a apenas 50 kilómetros de la capital , sigue conservando buena parte de aquel pasado glorioso que un día la hizo famosa en el mundo entero.
Y es que aunque muchos sólo asocien su nombre con el de un célebre tratado que puso fin a la Guerra de Sucesión española, Utrecht, con sus concurridos canales, su notable patrimonio y su activa vida cultural, se convierte en una de las paradas obligatorias si viajamos a los Países Bajos.
Toda visita a la localidad neerlandesa debe comenzar en el Domplein (plaza del Dom), auténtico corazón de la ciudad desde que las legiones romanas se establecieran allí hace dos mil años para fundar la antigua Traiectum. Hoy la plaza cuenta con tres hitos imprescindibles. El primero de ellos es la Torre Dom, la más alta y antigua de todo el país, y originalmente unida a la Domkerk –la catedral– hasta que en 1647 un violento tornado derrumbó parte del templo, desgajando para siempre la torre del recinto religioso.
Con 112 metros de altura y 465 escalones, el ascenso a la cima de la Domtoren puede parecer una proeza, pero las distintas paradas en el recorrido –pueden contemplarse, por ejemplo, sus gigantescas campanas históricas y un carrillón Hemony del siglo XVIII– lo hacen más llevadero, y desde luego las espectaculares vistas de la ciudad hacen que el esfuerzo merezca sobradamente la pena.
De nuevo en tierra firme, la catedral de San Martín es otra joya de visita obligada. Construida en estilo gótico francés, el templo ofrece una humilde sobriedad decorativa en su interior, pero cuenta con una sorpresa de valor incalculable: su hermoso Pandhof. Este claustro ajardinado es una auténtica perla “escondida”, todo un paraíso idílico en el que es posible disfrutar de un descanso apacible y placentero mientras contemplamos sus frondosas plantas ornamentales y su selección de hierbas medicinales.
El otro hito de la Domsplein tampoco se observa a simple vista, pues hay que penetrar en las entrañas de la plaza para descubrirlo. Gracias al Domunder Tour, una visita guiada subterránea, es posible conocer los dos mil años de historia de la ciudad recorriendo el subsuelo de la plaza para descubrir sus tesoros arqueológicos, testimonio de su rico pasado.
Canales llenos de vida
Los canales de Ámsterdam, repletos de barquitos que navegan plácidamente por sus aguas, son célebres en el mundo entero, pero los de Utrecht no tienen nada que envidiarles. Más bien al contrario.
Todo el centro histórico de la ciudad está atravesado por las aguas del Oudegracht y el Nieuwegracht (el Canal Viejo y el Canal Nuevo, respectivamente), y en especial el primero de ellos tiene razones de sobra para presumir. Y es que ninguna otra ciudad neerlandesa cuenta con canales semejantes, provistos de muelles peatonales –en su día creados para dar acceso a las numerosas bodegas– en los que hoy es posible disfrutar de multitud de restaurantes, cafés de aire bohemio e incluso modernas boutiques de moda y complementos.
Gracias a estos cursos de agua domesticados, la ciudad puede descubrirse también desde una perspectiva diferente. Ya sea mediante un cómodo tour guiado, o alquilando nuestra propia embarcación, no hay que perderse un mini crucero por estos ríos artificiales que surcan la bella localidad.
Más allá del Domplein, Utrecht cuenta también con otros muchos edificios históricos que nos recuerdan su rico pasado y su pujante economía, antigua y moderna. El Stadskasteel Oudaen, por ejemplo, fue uno de los primeros edificios de piedra levantados en la ciudad, allá en 1276, y aunque en origen fue una fortaleza urbana de la familia Zondenbalch, hoy recibe a los turistas y visitantes convertido en llamativo restaurante y emblemático monumento histórico artístico a orillas del Oudegracht, en pleno barrio del Ayuntamiento.
Cerca del canal nuevo, por el contrario, se levanta el Panshuize, un palacio residencial que se hizo construir el poderoso Adriaan Floriszoom Boeyens, más conocido como Adriano VI, el único holandés que se ha sentado en el trono de San Pedro.
Utrecht es una ciudad animada y juvenil gracias a sus numerosos estudios universitarios, que atraen a jóvenes de todo el país, y esta afluencia de estudiantes se ve reflejada no sólo en una rica vida nocturna, sino también a través de su activa vida cultural.
Además de museos como el Catharijneconvent, ubicado en un convento medieval y con una espectacular colección de arte religioso, o el Centraal Museum, dedicado a repasar las artes aplicadas, la moda y colecciones históricas variadas, destacan espacios de ocio y entretenimiento como el Tivolivredenburg, un recinto en pleno centro de la ciudad que acoge todo tipo de espectáculos musicales y teatrales.
En los frondosos jardines botánicos de la Universidad –se cuentan entre los más antiguos de Holanda– se celebran durante los meses de verano eventos musicales y culturales como el Beschaving Music Festival, el Tropical Butterfly o el Hortus Festival.
No puede faltar tampoco una escapada a la Rietveld Schroder House, un edificio construido por el arquitecto Gerrit Rieveld siguiendo el estilo de la célebre escuela De Stijl, y que en el año 2000 recibió el galardón de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Castillos de ensueño
En Utrecht, al igual que en Ámsterdam y otras ciudades neerlandesas, la bicicleta es mucho más que un medio de transporte: es una forma de vida, casi una religión. Con 18 millones de bicicletas en el país –la mayor densidad del mundo–, Holanda está pensada para ser disfrutada por los amantes de las bicis, y Utrecht no es una excepción. De hecho, la CNN la calificó hace poco como la mejor ciudad del mundo para circular sobre dos ruedas.
En efecto, su casco histórico cuenta con todas las facilidades para quienes se desplazan en bicicleta, y recientemente se inauguró un gigantesco parking que sustituye al que existía junto a la Estación Central de tren. No es de extrañar, por tanto, que la ciudad esté literalmente invadida por ciclistas, que conviven de forma armoniosa con peatones y vehículos a motor.
Aunque recorrer Utrecht en bicicleta es un plan fantástico, se disfruta mucho más pedaleando por sus alrededores, pues a sólo 10 minutos del centro podremos descubrir apacibles entornos naturales en los que abundan joyas históricas y pueblecitos llenos de encanto. Uno de estos rincones es el castillo De Haar, una fortaleza de cuento rodeada de bellos jardines.
El origen de este recinto se remonta a la Edad Media, aunque fue en el siglo XIX cuando adquirió su aspecto actual. En esas fechas uno de los herederos de la familia Van Zuylen, casado con una Rothschild, decidió reformar y rehabilitar el castillo, dándole su monumental estampa. Su lujoso interior está repleto de muestras de arte neogótico, en especial su salón principal, y sus estancias acogieron en el siglo XX a celebridades de la talla de Elizabeth Taylor o Gregory Peck.
En la coqueta localidad de Oud Zuilen, a orillas del río Vecht, se encuentra otro castillo de rancio abolengo, la fortaleza de Slot Zuylen. Se construyó en el siglo XVI, pero dos centurias más tarde se transformó en una lujosa mansión de campo. Hoy se ha convertido en espacio museístico y constituye una fabulosa muestra de la acomodada forma de vida de la nobleza holandesa.
Pero hay más sorpresas. Si seguimos paseando plácidamente en bici aguas abajo del Vecht, no sólo encontramos otras muchas mansiones de recreo –construidas hace siglos por la pujante burguesía y la nobleza de Ámsterdam–, sino también localidades tan encantadoras como Bruekelen, un acogedor pueblecito de pequeñas casas tradicionales. Hace siglos, de sus calles partieron numerosos emigrantes que acabaron estableciéndose en una zona de la actual Nueva York, dando lugar a un distrito que, a pesar del paso del tiempo, conserva un nombre con eco a estas tierras: Brooklyn.
GUÍA DE VIAJE
CÓMO LLEGAR:
La forma más cómoda y rápida de llegar a Utrecht pasa por volar hasta el aeropuerto de Schiphol (Ámsterdam). Compañías como Vueling, Air Europao KLM realizan varios vuelos diarios al aeropuerto holandés.
DÓNDE DORMIR:
- Eye Hotel (Wijde Begijnestraat 1-3). A escasos cinco minutos del centro histórico caminando, este moderno establecimiento ocupa el edificio de una antigua clínica oftalmológica –de ahí su nombre y parte de su original decoración–, y en la actualidad es uno de los hoteles más llamativos y modernos de la ciudad.
- Hotel Mother Goose (Gazenmarkt, 26). Hotel emblemático, ubicado en una animada aunque bastante desconocida parte del centro histórico. Entre sus atractivos cuenta con confortables y modernas habitaciones y unas vistas espectaculares de la Torre Dom.
PARA COMER:
- Café Olivier (Achter Clarenburg, 6). A un paso de las aguas del Oudegracht, este bar-restaurante es uno de los rincones más llamativos de la ciudad, pues el establecimiento ocupa una antigua schuilkerken, una de las siete “iglesias ocultas” que hubo en Utrecht tras la Reforma protestante. Entre sus muros se reunían los fieles católicos, protegidos de las miradas indiscretas.
- Vis en Meer (Drieharingenstraat, 4). Situado entre un cruce de calles del casco histórico, el interior de este restaurante recuerda por su decoración a la vieja Marsella. Lo mejor de su carta, los pescados y mariscos.
Más información: Oficina de Turismo de Holanda en España
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